NOVENA AL CRISTO DE LA SALUD DE CUÉNABRES

 

 
                     NOVENA AL CRISTO
 
                          DE LA SALUD




 
 
 
 
Cuénabres
 
 
La fiesta se celebra el 14 de septiembre
 
 
    


  ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS
  LOS DÍAS

     Clementísimo Dios y Señor Creador y Redentor nuestro, crucificado por la salvación del género humano: Dios amantísimo, Jesús dulcísimo, en quien creemos y a quien amamos sobre todas las cosas: Postrados, Señor, ante vuestra divina presencia: Contritos, humillados y profundamente arrepentidos de haberos ofendido, imploramos el perdón de nuestras culpas, perdón Dios amantísimo.
 
  Misericordia Jesús amorosísimo, misericordia y perdón para que mereciendo así vuestras divinas bondades en la vida, consigamos también celestiales consuelos en la muerte, y al presente el que os pedimos en esta novena, si ha de ser para honra y gloria vuestra y bien de nuestras almas. AMEN
 
 
 
 
 
 
 
    
      ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
 
 
    Amorosísimo y dulcísimo Jesús: Hijo Unigénito del Eterno Padre. Que siendo Dios y Señor de cielo y tierra, y árbitro soberano de cuanto existe, por la salud de nuestras almas tomasteis carne humana y sufristeis ser vendido, atado y preso, como un malhechor, y arrastrado entre sayones por las calles de Jerusalén.
 
   Acoged con misericordia las lágrimas de un pueblo, que afligido y arrepentido se postra ante Vos en justo desagravio de Vuestra Divina Majestad y humildemente os suplica, por el dolor y ultrajes que sufristeis en vuestra prisión, le concedáis lo que os pide en esta novena, si ha de ser para el provecho de sus almas y gloria vuestra. AMEN
 
 
 
 
    (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)
 
 
 
  (Ahora, recogido cada uno en su espíritu, levantando el corazón a Dios, pedirá con fervor lo que se proponga conseguir en esta novena)
 
 
 
 



      ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO

   Amantísimo Redentor y Dios de nuestras almas, que siendo la misma inocencia y el Supremo Juez de vivos y muertos, quisisteis, por nuestro amor, ser presentado ante jueces inicuos para ser considerado sin piedad: Os suplicamos Dios pacientísimo por la afrenta que sufrísteis, nos concedáis el auxilio poderoso de vuestra gracia, para juzgar con religiosa sumisión de vuestros altísimos juicios y con rectitud de nuestros prójimos, y que, en vez de apartarlos de vuestros caminos con el escándalo, los conduzcamos por el de la salvación con el ejemplo.
 
   De este modo, Señor, haciéndonos hoy dignos del favor que os pedimos en esta novena, lo seremos también después de reinar con Vos en la eterna Jerusalén. AMEN
 
 
   (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)
 
 
 

 
 
 
 
      ORACIÓN PARA EL DÍA TERCERO
 
 
    Altísimo Dios y Soberano Señor Omnipotente, ante quien se postran humillados los Querubines, y en cuyo hermoso semblante se miran los Tronos y las Dominaciones. Vos, Señor, que con indecible mansedumbre sufristeis, por nuestro amor, que una mano sacrílega hiriese vuestro divino rostro, y que un juez apasionado os calificara de blasfemo.
 
   Fomentad en nosotros el espíritu de humildad, y por la afrenta y rigor con que fuisteis maltratado, concedednos vuestra gracia para sufrir con paciencia, y por vuestro amor, los ultrajes y oprobios de vuestros enemigos, ofreciéndolos a vuestra justicia como sacrificio y recuerdo por los vuestros, y en expiación de nuestras culpas.
 
   De este modo ¡Oh Dios nuestro! acogiendo hoy con clemencia a vuestros afligidos ojos, nos concedáis el consuelo que os pedimos en esta novena y, después, el de reinar con Vos en la gloria por toda una eternidad. AMEN
 
 
 (Se rezan cinco Padrenuestro y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)
 
 






    ORACIÓN PARA EL DÍA CUARTO


   Dulcísimo y pacientísimo Jesús: que a los indecibles ultrajes de la noche tremenda de vuestra Pasión, de aquella noche, en que, agotados los quilates de vuestro amor, hallasteis el medio de quedar sacramentado con los hombres hasta la consumación de los siglos.

   Dios bondadosísimo, que a la agonía del Huerto, a la traición de alguno de los vuestros y a la deserción de los demás, para que nada faltase a vuestra Pasión acerbísima, y al precio subido de nuestra redención, hubisteis aún de añadir el dolor profundo de oír la voz del más fiel de vuestros discípulos, que os negaba con juramento. No permitáis, ¡Oh Dios y Padre amorosísimo! que jamás nos olvidemos de vuestra Santa Ley, que no nos avergoncemos de confesarnos hijos vuestros, que os reconozcamos con la palabra y no os neguemos con las obras. Antes bien, a pesar de los peligros, de las sugestiones del mundo y de la mofa de nuestros enemigos, confesemos y glorifiquemos con valor cristiano, vuestro santo nombre, para que así viviendo como hijos vuestros en la tierra, nos reconozcáis después en el cielo por toda una eternidad. AMEN



  (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)









           ORACIÓN PARA EL DÍA QUINTO


   Redentor Soberano, que para rescatar al hombre, ni aún excusasteis en Vos el afrentoso tormento de los clavos. Siendo Dios de toda Majestad os visteis desnudo en medio de sayones, atado a una columna y cruelmente azotado:

   Haced, Señor, que por este indecible tormento, por la vergüenza y confusión que sufristeis en vuestra desnudez ante una soldadesca despiadada, desnudemos el hábito de pecadores y vistiendo desde hoy con resolución el de hijos vuestros, redimidos en vuestra sangre, consigamos agradaros y serviros constantemente en la vida, para gozar con Vos en el cielo, después de la muerte, por toda una eternidad. AMEN




    (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)










       ORACIÓN PARA EL DÍA SEXTO


   Omnipotente Dios y Señor: Rey coronado de cielos y tierra. ¡Con cuánto dolor y confusión os miran nuestros ojos! Coronado de espinas, atormentada la celestial cabeza, y arroyado de Sangre vuestro divino semblante. Nuestras culpas son las crueles espinas: Ellas, las que os vistieron el manto de la ignominia, las que os presentaron a la muchedumbre como Rey de burlas. Las que excitaron las voces de un pueblo decidido a pedir, contra Vos, la muerte de cruz. Y si tal es, Redentor amorosísimo, el estrago de ellos en un Dios impecable. ¿Cuál será en nuestras almas, afeadas por los vicios y esclavas del pedado? Acordaos, Señor, de que están redimidos con vuestra Sangre. Acogednos, de nuevo, el el número de vuestros hijos. Por la vestidura de púrpura con que os entregamos a la befa, cubridnos con el manto de vuestra misericordia, para que, acertando desde hoy a serviros siempre con amor y perseverancia, gocemos después, con Vos, de la felicidad eterna en la gloria, por los siglos de los siglos. AMEN




 ( Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)










             ORACIÓN PARA EL DÍA SEPTIMO


   Clementísimo Dios: Redentor amantísimo, al fin se ha cumplido en Vos la justicia de los hombres. La sentencia de un juez injusto os condena a muerte. Ya os abruma, Señor, el peso de la cruz. Cargado vais, Divino Isaac, con la leña del sacrificio, que ha de verificarse en el monte santo del Calvario, para la redención del mundo. Pero no son, Señor, el juez injusto, ni el pueblo hebreo quien os condena. Fueron nuestras culpas las que os llevaron al Calvario y, después, os crucificaron cada día. ¡Oh Dios y Señor!

   Desde el ara de la Cruz contemplad nuestra desgracia, y atended a nuestro arrepentimiento. Al pie de ella sufre por nosotros vuestra Santísima Madre. Admitidlo por nuestra medianera, y por vuestra Sangre preciosa, y por sus lágrimas, tened piedad, Señor, de los que redimisteis, para que, siguiendo vuestra Santa Ley, sin nunca más apartarlos de ella en nuestra vida, en la hora de la muerte, hallemos esperanza y vida eterna con Vos, por los siglos de los siglos. AMEN



(Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)









     ORACIÓN PARA EL DÍA OCTAVO


   Soberano Señor Crucificado, que, en el ara de la Cruz, os ofrecéis al eterno Padre, victima generosa de valor infinito por la redención del género humano. Consumado está ya el tremendo sacrificio y la obra de iniquidad de los hombres. A manos de ellos, y por ellos, muere el autor de la Vida. Ellos, con amarga hiel, agravaron aún vuestra sed mortal y cuando, con clamor esforzado, entregáis el espíritu al Padre, cuando víctima y sacerdote, con voz doliente y amorosa, exhalando ya el último aliento, anunciáis a los hombres, que la hora de su redención está consumada, agravaron aún su horrendo crimen con el escarnio.

   ¡La tierra tiembla! ¡El sol retira su luz! ¡ El cielo se oscurece! La naturaleza toda gime y se consume en la muerte de su Hacedor. Y el hombre, ¡Oh Dios y Señor! es más insensible que la naturaleza. Muerto ya, aún rompe vuestro costado con una lanza, y después os crucificaron nuestros pecados todos los días. Apartad, Señor, de nosotros este crimen de deicidio. Haced que para nosotros no sea perdido el precio de vuestra Pasión. Inspiradnos horror al vicio. Amor a Vos y sólo a Vos, para que de este modo, amándoos y sirviendoos en la vida, reinaremos con Vos después de la muerte en la gloria, por los siglos de los siglos. AMEN




  (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)











     ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO


   Poderoso Dios y Señor: Hijo Unigénito del Eterno Padre: Terminada está ya vuestra misión divina. Pendiente estáis en una cruz, y de ella ¡ni aún os bajaron los vuestros, sino los extraños! ¡El árbitro del mundo nace en un pesebre y muere en una cruz! Y para realzar el precio infinito de nuestro rescate, todavía, Redentor inefable, quisisteis deber, a la humana compasión un rescate, un sepulcro para vuestro sacratísimo cuerpo.

   ¡Oh Dios amorosísimo! Una vida toda de llanto no bastaría para responder a tantas pruebas de amor. Suplicamos, Dios y Señor, por vuestra Pasión, muerte y sepultura: Por la soledad de vuestra Madre. Por los méritos y sacrificios de la Iglesia Católica, en cuyo seno hemos nacido, vivimos y deseamos morir, que al llegar el fin de esta Santa Novena, hayan llegado también nuestras plegarias hasta el trono de vuestra misericordia. Haced que lleguen, sino, Dios piadosísimo. Escuchad benigno las súplicas ardientes de un pueblo, que en sus tribulaciones, acude a Vos, como a Dios de todo consuelo. Concedednos, pues, Dios bondadosísimo, Dios de nuestros padres, por vuestra imagen portentosa, lo que os hemos pedido, y hoy, por último día, pedimos en esta novena, y el auxilio incendiante de vuestra gracia, para que acertando así a complaceros y serviros, lleguemos tranquilos al amargo fin de la vida. Y entonces, pensando en Vos y en vuestra agonía, podamos cada uno de nosotros confiados, y con Vos en la cruz: ¡En vuestras manos, Señor, encomiendo mi espíritu! AMEN




  (Se rezan cinco Padrenuestros y Ave Marías en memoria de las cinco llagas)












ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


   Soberano Dios y Señor hecho hombre, elevado en la cruz y muerto por la redención del género humano, no permitáis que se pierda un alma redimida con vuestra Sangre de precio infinito. Olvidad, Señor, las muchas culpas con que hemos ofendido, y diariamente ofendemos, a Vuestra Divina Majestad. Por los méritos de vuestra Pasión, y por los dolores y mortales angustias de vuestra amorosa y afligidísima Madre, y Madre nuestra, a cuyo amparo nos acogemos.

   Volved, Señor, vuestros divinos ojos hacia los que, con ternura de hijos, nos hallamos congregados para hacer esta Santa Novena. Templad ¡Oh Dios nuestro! vuestra justicia airada y convirtiendola en misericordia. Alejad de este pueblo, que os ama de corazón, y que siempre acude a Vos en sus tribulaciones y en sus desgracias, las calamidades que han afligido, y hoy afligen, a la humanidad. Concedednos, en fin, el perdón de nuestras culpas.

   ¡Dios Clementísimo! A quien adoramos e invocamos, bajo la consoladora advocación del Cristo portentoso de Cuénabres, con el favor que os pedimos en esta novena, dispensadnos también el auxilio eficaz de vuestra gracia, para que, amándoos como a nuestro Dios y Padre Clementísimo en la tierra, gocemos después con Vos de la eterna felicidad en el cielo, por los siglos de los siglos. AMEN



 (Se termina con cantos de penitencia)


















 



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